Anaz - Escuela de los Hermanos (1884-1936)



 Anaz, en el municipio de Medio Cudeyo, es una pequeña localidad cuya población no sobrepasa hoy los 150 habitantes. Valdecilla, que ostenta la capitalidad municipal, se halla a 3.5 kms. Solares es el núcleo  urbano más poblado de sus alrededores. Poco hay que destacar de su devenir histórico. La prensa de mediados del siglo se hacía eco de la visita a la pequeña localidad del sacerdote y filósofo Jaime Balmes, con ocasión de venir a tomar aguas en el balneario de Ontaneda. En  Anaz se alojaba en casa de su buen amigo don Pedro de la Hoz. Aquí nació el escultor del barroco Fernando de Malla (s.XVII) y, sobre todo el protagonista de este relato: don Luis María de la Torre, primer Conde de Torreanaz (1827-1901).

 Su familia, de las más distinguidas de aquella comarca, le procuró una esmerada y una sólida instrucción. Se doctoró en Derecho (1849) por la Universidad Central de Madrid. Fue diputado por Segovia ya en 1858, retirándose luego de la política activa durante el Sexenio Revolucionario, retornando a la misma actividad con la Restauración borbónica, alistado en las filas del partido conservador de Cánovas. Elegido senador vitalicio (1877), renunció a su escaño en la Cámara baja. Durante la Regencia de María Cristina fue ministro de Gracia y Justicia (octubre de 1899 - abril de 1900), en el Gabinete presidido por Francisco Silvela.


 En 1875 había recibido el título de Conde de Torreanaz. Entre los cargos que ostentó destacan los de director general del Registro, Consejero de Estado y Gobernador del Banco de España (1899). Fue miembro de la orden de Calatrava y académico de Ciencias Morales y Políticas. Publicó varias obras de su especialidad, como "Los Consejos del Rey en la Edad Media"(1884) y "Los antiguos gremios"(1889).

 Su relación con los Hermanos había sido notable y temprana. El H. Claudio Gabriel dejó testimonio escrito: "Fue uno de los amigos de la primera hora del Instituto en España. Conocemos su afortunada intervención en los asuntos del servicio militar de los Hermanos (1878-1882) así como en otros trámites que ahora ignoramos. Es lo cierto que ya el 20 de abril de 1979 se le había hecho entrega del título de "filiación al Instituto", lo que supone insignes favores. Creemos que este título parsimoniosamente otorgado es el segundo en España, pues el primero lo había obtenido un mes antes doña Ernestina  Manuel de Villena, fundadora del Asilo de Huérfanos del Sagrado Corazón, en Madrid, primera Casa de los Hermanos en nuestro país (1)

 La correspondencia con el H. Superior Irlide fue siempre de respeto y confianza recíproca. En carta de la señora condesa al H. Irlide que le había enviado algunas reliquias (carta de 7 de noviembre de 1879) luego de agradecerle su generosidad, pasaba a comunicarle que “había colocado  su retrato en un puesto de honor en su señorial casa”. Y el H. Superior Irlide, en escrito que custodian los Archivos de la Casa Generalicia en Roma, reconocería que: "no sólo al H. Justino, aunque tenga su buena parte, sino también a usted, señor Conde, debemos los progresos de  nuestros Hermanos en España" (2)

 El Conde de Torreanaz había conocido a los Hermanos en Madrid. Allí, un día cualquiera de 1882, asistió a los exámenes que se celebraban en el Asilo. Acaso en esos momentos acarició ya la idea de dotar a su pueblo de Anaz de tales educadores. Desde las alturas del poder y dada su talla humana y sentimientos cristianos, veía bien claro la urgencia de lograr para el país una sólida, buena y renovada educación de niños y jóvenes. Nada mejor que contar con sus amigos, los hijos de  Juan Bautista de La Salle. ¿Cómo negárselos, pues, el día que los pidiera?. Y no es que se precipitara, no, que dudó mucho hacerlo, dada la pequeñez del vecindario de Anaz.  Porque “Anaz - en palabras del H. Claudio Gabriel, en 1953,  es un lindo pueblecito situado entre Solares, de los hermosos jardines, y Liérganes, de las casas blasonadas…” El caserío es escaso. El molino y otra docena si llega de viejas casas de piedra. Este barrio de Pámanes  no llamaría nada la atención al visitante si no fuera por unos edificios notables que destacan sobre las otras humildes viviendas.

 Tales edificios eran la iglesia parroquial, el palacio del Conde y los colegios de las Hermanas de la Caridad y de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, estos últimos construídos a expensas del señor Conde. La parroquia está dedicada a San Juan Bautista. En una capilla-panteón descansan los restos mortales de don Luis, Conde de Torreanaz, fallecido en Madrid el 3 de marzo de 1901. En el atrio del templo puede verse una sentida lápida con la leyenda: "Excmo. señor don Luis María de la Torre y de la Hoz, Conde de Torreanaz. Tomado el 25 de julio de 1881 un acuerdo por los vecinos de este pueblo para perpetuar el testimonio de su gratitud".

 El palacio fue levantado a finales del siglo XIX y reformado a comienzos del XX. Su arquitectura está dentro de un templado
eclecticismo, mezcla de elementos tomados de las típicas casonas del barroco tardío y rasgos del academicismo propio de la época. Como signo de relevancia social, se recurre a la heráldica familiar, presente en varios lugares de la casa. La portada del noble edificio proviene de Liérganes, de la casona de los Riva-Agüero, trasladada y reedificada bajo la dirección del conocido arquitecto castreño Leonardo Rucabado. La construcción tiene dos plantas. A uno de los lados se adosa una torre de cierta prestancia. Singular encanto ofrecen los espacios ajardinados que envuelven el edificio en una
atmósfera romántica con arbolado de especies propias de la región.

 Esta casona de los condes de Torreanaz pasó a convertirse en 1927 en Biblioteca Popular. Además del préstamo de libros, proporcionaba información y albergue a diversas manifestaciones culturales, como conferencias, recitales y exposiciones, hasta que en 1937 se cerró al  público. Acabada la Guerra Civil pasó a convertirse en Biblioteca  José María Pereda, dependiendo ya del Ayuntamiento de Torrelavega. En 1988, el Pleno de la citada Corporación aprobó la nueva denominación de Biblioteca Popular Gabino Teira (3).

 A expensas del señor Conde se erigieron ambos colegios citados arriba, masculino y femenino, separados, según las costumbres de la época. Y lo hizo con la noble y rica generosidad que revelan las dimensiones de los mismos y el buen labrado de sus sillares. El habitado por los Hermanos es de proporciones armónicas; contaba con planta baja y un solo piso. La fachada principal miraba al costado sur del palacio y en el centro se levantaba una torrecilla con un vistoso reloj de esfera. El H. Carlos Cantalapiedra anota en el trabajo dedicado a la fundación lasaliana de Anaz que "la esposa del señor Conde regaló al convento de los Hermanos en Bujedo un reloj similar, de mayor tamaño en 1906" (4). Aún sigue marcando las horas puntual y ceremoniosamente.

 En vida de Don Luis, la residencia de Anaz era lugar donde con mayor preferencia gustaba el señor Conde pasar sus ratos de solaz y descanso. Solía ser visitado por altas personalidades del momento: aristócratas, y ministros de la Corona. En el álbum del Colegio, por ejemplo, llama la atención ver la firma del general Martínez Campos. Las crónicas ya añejas del establecimiento escolar recogen detalladamente cómo los Hermanos solían preparar un variado repertorio de cantos, poesías, escenitas de teatro...que los chavales ofrecían con ilusión de actores a sus visitantes y bienhechores (5). Le gustaba a don Luis presidir los exámenes de fin de curso. Tan satisfecho estaba el prócer de Anaz de su escuelita que no dejaba ningún año, por Navidad o en cualquier otro momento, de enviar regalos para la capilla o el museo escolar. Como botón de muestra, escribe el H. Justiniano al Secretario General del Instituto en París, el 22 de agosto de 1895: "Vuestra Reverencia sabe que el señor Conde de Anaz sostiene una escuela de tres Hermanos en este pueblo. Marcha muy bien, y él está orgulloso de ello. Envíó la escuela unos trabajos a la Exposición de Chicago, y ha obtenido medalla. Pero el premio no ha llegado a Anaz y el señor Conde quiere tenerlo y enseñarlo a sus amigos...Incluso quiere tener ocasión de mostrarla en el Senado. Vea usted de procurársela". (6)

 El documento de la fundación de la escuela de Anaz está firmado por el señor Conde de Torreanaz y el Provincial lasaliano, H. Justino María. Así como no faltaron los problemas y dificultades en la historia vivida por los Hermanos en la casa de Castro, esta de Anaz resultó serena y gozosa para el H. Visitador. Sellaron ambos el escrito fundacional en Madrid el 20 de julio de 1884. Se trata de un documento largo, estudiado hasta la nimiedad, en previsión de cualquier contingencia, como la expulsión de los religiosos, la  prohibición de enseñar, etc.. De tal modo estaba decidido a contar para su pueblo con sus queridos Hermanos que tan sólo les exigía como condición que atendieran a un pobre (sic). Lo que no pudo prever, sin embargo, fue la vertiginosa depreciación del dinero, que arruinó tantas y tantas fundaciones como esta de Anaz. En el contrato suscrito por el H. Justino y don Luis, se leía: "el señor Conde pone a  disposición de los Hermanos una casa con patio anejo, los muebles, los libros, y demás objetos para la enseñanza, y da la cantidad de 1200  pts. por cada Hermano, o sea, 3600 pts. para gastos de de instalación, es decir, mobiliario de Comunidad, ajuar, viajes, etc. Gozarán los Hermanos de la más completa libertad para observar las reglas de su Instituto. Establecerán según ellas su reglamento interior así como el de la escuela y el programa de su enseñanza.

 De conformidad con lo acordado, el 2 de septiembre, justamente al día siguiente de la apertura de las clases en Castro Urdiales, tenía lugar la llegada a Anaz de los tres Hermanos que se hacían cargo de la obra escolar. Eran las cinco de la tarde. Y los nombres de aquellos Hermanos: Jurbin, Gam y Fabriciano. Fueron recibidos personalmente por el señor Conde y su esposa, acompañados del señor párroco, don Sebastián de la Puente. Las clases comenzaron el 5 de septiembre con la asistencia de setenta alumnos. El 2 de noviembre comenzaron asimismo las clases para adultos. Ya desde los inicios se puso en funcionamiento, de acuerdo con las tradiciones del Instituto, una Asociación religiosa bajo la advocación de Nuestra Señora de Lourdes "para los niños aplicados y de mejor conducta, dentro y fuera de la escuela".

 Los Hermanos llevaron una existencia fecunda y apacible durante muchos años en este idílico y apartado lugar. Dedicaron con entusiasmo lo mejor de sí mismos a los niños de la localidad y de los lugares vecinos, que cada día por distintos caminos llegaban a la escuela. Desde 1919 a 1923 solo dos Hermanos atenderán ya la escuela. El futuro mártir de Turón, H. Cirilo Bertrán, dirigió este centro durante algún tiempo, para pasar luego como Director del Círculo Católico de Santander. Anaz mantuvo sus puertas abiertas hasta que sobrevino el estallido de la Guerra Civil. En el verano de 1936, el H. Director estaba acompañado de cuatro Hermanos procedentes del País Vasco, que habían venido a pasar unos días de descanso en este rincón paradisíaco. No se habían enterado aún de los trágicos acontecimientos acaecidos hasta que llegó huyendo, procedente de Irún, el H. Tarsicio José, cuyos informes les infundieron miedo. El susto se produjo cuando el 20 de agosto aparecieron ante la escuela dos autobuses cargados de milicianos y un  sedicente Comité de Incautación y Vigilancia de cinco miembros. Rodearon la casa, la registraron a continuación y requisaron la "caja fuerte" que  contenía tan solo 40 pts. Finalmente, les llevaron a Solares. Dado que habían tenido la ocurrencia de agasajar convenientemente al Comité, una vez acabada la pesquisición, les dejaron en libertad, encaminándoles discretamente hacia Bilbao. Lo de Solares no había sido sino un puro trámite. Todo había terminado bien.(7)

 Ni siquiera con la ocupación de toda Cantabria por los nacionales se pensó en reabrir ya la escuela. No era posible. Así sucedió en otros lugares de la geografía lasaliana nacional.

 En el panteón del cementerio de Anaz, una lápida recuerda a dos de los  Hermanos que aquí entregaron generosamente sus vidas en favor de la educación cristiana de niños y mayores: el H. Gam (Jaime), fallecido el 16 de abril de 1889 a los 75 años, y el H. Erardo, muerto de tuberculosis a los 23 años el 17 de julio de 1906.

***Notas
(1) 
H. Claudio Gabriel
"La Obra Lasaliana en España", pág.215

(2)
Archivo de la Casa Generalicia en Roma
Anaz, 1.1). En  o.c. H. Claudio Gabriel 216

(3)
Viajar por Cantabria
Información Turística de la  Casona del
Conde de Torreanaz

(4)
H. Carlos Cantalapiedra
Extraordinario de la Revista Distrito.
Valladolid, mayo de 1994, página 91

(5)
H. Saturnino Gallego
"Sembraron con amor", página 159

(6)
Archivo de la Casa Generalicia en Roma
Anaz,doc 1.3

(7)
H. Saturnino Gallego
En o.c., página 542